domingo, 18 de febrero de 2007


Auténtica maravilla arquitectónica de la antigüedad y símbolo de la Ciudad Eterna en el mundo entero, el Anfiteatro Flavio (o Coliseo) (1) es el mayor y más espectacular edificio construido en época romana para albergar las famosas luchas de gladiadores y fieras. Fue construido en 8 años (72-80 d. C.) por la dinastía Flavia sobre el terreno ocupado por el lago artificial de la Domus Aurea (2) para Nerón, tras en incendio de Roma (64 d. C.) La villa ocupaba una extensión de una milla romana cuadrada (1.480 m2) entre las laderas de las colinas, colle, denominadas Celio y Palatino.

Para la inauguración del Coliseo se celebraron 100 días de juegos. Los 60.000 espectadores que cabían en el colosal edificio entraban a través de los 80 arcos numerados abiertos a nivel del suelo y, después de haber pasado todo el día en él, podían salir todos en apenas 20 minutos. En la programación de los juegos había cacerías de fieras por la mañana, ejecuciones de condenados al mediodía y combates de gladiadores por la tarde; en los días calurosos, el público se protegía del sol con una especie de entoldado confeccionado con 240 velas por marineros de la flota imperial. La zona subterránea, en el centro de la arena, se destinaba a las jaulas de los animales y a las instalaciones, y estaba dotada con un techo formado con ejes de madera cubierto con la arena que veían los espectadores. En la Edad Media el Coliseo fue transformado en fortaleza y fue sucesivamente utilizado como almacén de materiales para la construcción. Se fueron sacando las grapas metálicas que unían los bloques de roca travertina y fueron quedando al descubierto las aperturas que pueden verse en toda su estructura.


El Foro Romano (3), la zona arqueológica más importante de la ciudad, era el centro de la vida pública romana. Fue ocupado tras el saneamiento del valle pantanoso que había entre el Palatino y el Campidoglio en el siglo VII. a. C. El foro era el centro de las actividades políticas, religiosas y comerciales de la antigua Roma.

Es necesario recorrer a la imaginación para percibir su aspecto de entonces, totalmente abarrotado de construcciones y de personas procedentes de todas partes del Imperio romano que, como hacemos todavía actualmente, venían a visitar el símbolo de la increíble aventura que había hecho posible, en relativamente poco tiempo, que un antiguo pueblo de pastores dominara el mundo. Los romanos daban a sus construcciones una importante función propagandística, a la vez que comunicativa, procurando que produjeran un efecto entre la maravilla y el temor. Había basílicas para las reuniones de negocios y para la administración de justicia; la Curia, sede del Senado; templos; arcos triunfales; monumentos, y esculturas. La vía Sacra atravesaba la zona; por ella pasaban las procesiones religiosas y se efectuaban allí las paradas triunfales. Con el transcurso del tiempo, se construyeron en la parte opuesta los Foros Imperiales, para dar respuesta a las necesidades de espacio debidas al aumento de la población, o para dar todavía un mayor realce a la grandiosidad del Imperio.

Pasando por la plaza Venecia, delante del Vittoriano (4), llegamos a la plaza del Campidoglio (A). Antigua sede del templo más importante de culto al Estado y símbolo de Roma "caput mundi", el Campidoglio ha conservado su puesto predominante en la vida de la ciudad desde el siglo XII, como centro de la administración municipal. La plaza, considerada una de las más elegantes de Europa, fue diseñada por Miguel Ángel.


Su orientación nos indica la evolución de la ciudad, que, ya desde su inicios, daba la espalda a los vestigios de la antigua Roma, como parte de un lejano pasado, de otro momento histórico, y miraba hacia la nueva sede del poder y el gobierno del momento: el Vaticano.

Desde la plaza se accede a los Museos Capitolinos (5), la más antigua colección pública del mundo. Consta de esculturas de gran valor como el Gálata Moribundo y la Venus Capitolina. La Pinacoteca expone pinturas de los siglos XIV al XVII, de autores de la importancia de Tizona, Bellini y Caravaggio. La estatua original en bronce de Marco Aurelio, cuya reproducción puede verse en el centro de la plaza, se conserva en los Museos y se salvó de la destrucción en épocas posteriores sólo porque el personaje a caballo fue identificado con Constantino, el primer emperador cristiano.


El Panteón (6), una de las obras maestras más impresionantes de la arquitectura de todos los tiempos, fue edificado en la época del emperador Adriano, en el siglo II d. C., como templo dedicado a todos los dioses. En el año 608 el emperador de Oriente Foca hizo donación de éste al papa Bonifacio IV, que lo transformó en una iglesia dedicada a la Virgen y a todos los santos y mártires, permitiendo así que llegara hasta nuestros días como la estructura mejor conservada de la antigüedad. Es habitual que tanto los romanos como los visitantes se den cita aquí, ante un monumento construido hace mil ochocientos años, lo que permite percibir con naturalidad la presencia de tantas generaciones que se han servido de este lugar como punto de encuentro.

Desde el exterior, con su pórtico de columnas monolíticas de granito, el Panteón casi parece la fachada de un templo griego; sin embargo, su interior, con la rotonda y la inmensa cúpula de hormigón, representa a la perfección el espacio arquitectónico romano. El interior está concebido como una esfera colocada en un cilindro; el diámetro y la altura de la cúpula -la mayor cúpula jamás construida en hormigón hasta la era moderna- miden igual: 43,30 m. El Panteón es también el mausoleo de la familia Savoya y en él está la tumba de Rafael.

Plaza Navona (B)
La plaza Navona, una de las plazas más escenográficas de la Roma barroca, es un espléndido ejemplo de cómo el semblante más antiguo de la ciudad puede hallarse en los lugares más frecuentados en la actualidad. La forma alargada de la plaza es debida, de hecho, a la estructura del estadio de Domiciano, del siglo I d. C., destinado a las competiciones deportivas, cuyos restos todavía pueden verse en la parte inferior del actual plan de vialidad en la plaza de Tor Sanguigna.
La plaza adquirió su fisonomía actual en la época barroca, con la fuente de los Cuatro Ríos, obra de Bernini, y la iglesia de Santa Inés en Agonía y el palacio Pamphilj, en cuya realización colaboró el "rival" de Bernini: Borromini. Los gigantes de la fuente, en la parte central de la plaza, inaugurada en 1651, representan los cuatro ríos conocidos en la época como los más grandes de cada continente: el río de la Plata, el Danubio, el Ganges y el Nilo.


Éste último se cubre el rostro, lo que indicaba el misterio de su origen (sus fuentes todavía estaban por descubrir). En el pasado la plaza Navona era una zona de mercado y también era escenario de grandes fiestas, durante las cuales era inundada parcialmente para ser escenario de los desfiles de los carros de las familias aristocráticas; todavía hoy es un centro activo de la vida ciudadana: aquí se instala la feria navideña, podemos ver actuaciones de artistas callejeros, pintores, artesanos, etc., todo ello en un ambiente entre popular y selecto, al que contribuyen las terrazas siempre llenas de sus característicos cafés.


Fontana de Trevi (C)
El efecto espectacular de la Fontana de Trevi no se va descubriendo gradualmente, ya que ninguna de las calles que nos conducen a ella nos lo permite. Proyectada en el siglo XVIII por el arquitecto Nicola Salvi y realizada en un período de treinta años, la Fontana es una exaltación del agua como símbolo de vida, bienestar y cambio. Su situación indica el límite del trayecto del antiguo acueducto del Agua Virgen (año 19 a. C.), cuya historia se cuenta en los relieves de la parte superior de la fachada.

El hechizo de la Fontana de Trevi queda amplificado por el contraste entre sus notables dimensiones y la pequeña plaza donde está situada, ya que casi parece oprimirla. La personificación de Océano en el centro de la fuente parece emerger del agua sobre un carro tirado por caballos marinos y tritones, entre escollos donde están representadas treinta variedades distintas de plantas. Los visitantes no deben olvidar tirar la célebre moneda al agua para asegurarse de que van a volver un día a la Ciudad Eterna. El "procedimiento correcto" es situarse de espaldas a la fuente y lanzar la moneda con la mano derecha por detrás del hombro izquierdo.


Plaza de España (D)
Epicentro de la zona más elegante y exclusiva del centro histórico, la plaza de España ha sido siempre un lugar de encuentro no sólo para los romanos sino también para los visitantes y los artistas extranjeros, que, en el pasado, se alojaban en los numerosos hoteles y hostales de las calles cercanas. La famosa escalinata, proyectada en el año 1700 por Francesco De Sanctis, resolvió de forma muy eficiente y escenográfica la enojosa cuestión de la conexión entre la plaza, durante mucho tiempo controlada por los españoles, que tenían allí su embajada, y la "zona francesa", en la parte alta, con su renacentista iglesia de la Trinità dei Monti.

Todos los años en primavera la escalinata se embellece con azaleas de colores y sirve de fondo a un famoso desfile de moda. La fuente de la Barcaccia es obra de Pietro Bernini, padre de Gian Lorenzo; representa una barca semihundida, ingeniosa solución al problema de la escasa presión de la conducción de agua que la alimenta, que no permitía altos surtidores ni gran derroche de agua.
En la plaza nacen, en disposición radial, una serie de calles donde se encuentran las más prestigiosas e internacionales tiendas de moda; entre estas calles cabe destacar la famosa vía Condotti, una de las más elegantes del mundo.

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